En este artículo podrás leer, analizar y compartir las mejores frases de J. C. Ryle.
John Charles Ryle nació en la ciudad inglesa de Macclesfield, en el condado de Cheshire, el 10 de mayo de 1816. Su educación lo llevó a Eton, seguido del tiempo que pasó en la gran Universidad de Oxford.
Su conversión se remonta a un momento en que su propio pecado, y la misericordia de Dios se imprimió sobre él durante la lectura pública, en voz alta, de las Escrituras, en una iglesia en la que había entrado. El versículo que lo atrapó particularmente fue: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
J. C. Ryle fue ordenado en el ministerio de la Iglesia de Inglaterra en diciembre de 1841, y sirvió a Dios y a las personas durante 39 años, fue nombrado primer obispo de Liverpool en 1880. Fue muy amado y muchos lo llamaron cariñosamente “obispo del trabajador”.
Era un hombre de gran convicción; Charles Haddon Spurgeon lo llamó un “campeón evangélico … uno de los hombres más valientes”. Sus escritos son atemporales, y para muchos parece que solo fueron escritos ayer, ya que son muy actuales.
J. C. Ryle murió en febrero de 1900 y en su funeral “El cementerio estaba abarrotado de gente pobre que había venido en carros, furgonetas y autobuses para rendir sus últimos honores al viejo, que ciertamente se había ganado su amor”.
Las mejores frases de J. C. Ryle
“Cuidado con hacerte un Dios propio: un Dios lleno de misericordia, pero no justo; un Dios lleno de amor, pero no santo; un Dios que tiene un cielo para todos, pero infierno para nadie. Tal Dios es un ídolo tuyo. No es el Dios de la biblia”.
— J. C. Ryle
“Examina tu fundamento, querido hermano, si quieres saber si eres miembro de la única iglesia verdadera. Es algo que tú mismo debes averiguar. Nosotros podemos ver tu adoración pública, pero no podemos saber si estas edificado personalmente sobre la roca. Podemos ver tu participación en la cena del Señor, pero no podemos ver si estas unido a Cristo, si eres uno con Cristo y Cristo en ti. Pero todo saldrá a la luz algún día. Los secretos de todos los corazones quedarán expuestos… Cuídate que tu alma esté sobre la roca. Sin esto todo lo demás no vale nada. Sin esto, jamás podrás sostenerte en el día del juicio”.
— J. C. Ryle
“Cada cristiano es un sermón andante. Ellos predican mucho más allá que un ministro, porque ellos predican toda la semana”.
— J. C. Ryle
“No hay salvación sin regeneración, no hay vida espiritual sin un nuevo nacimiento, no hay cielo sin un nuevo corazón”.
— J. C. Ryle
“El arrepentimiento, la fe en Cristo y la vida en santidad nunca han estado de moda. El verdadero rebaño de Cristo siempre ha sido pequeño. No debe inquietarnos que se nos considere gente rara y peculiar, e intolerante y de mentalidad cerrada. Este es el camino angosto”.
— J. C. Ryle
“Nunca tengas una amistad íntima con alguien que no tenga una amistad con Dios”.
— J. C. Ryle
“En un mundo de extrema rebelión contra Dios, un poco de obediencia se torna fanatismo”.
— J. C. Ryle
“En todos nuestros pensamientos acerca de Cristo, nunca olvidemos su segunda venida”.
— J. C. Ryle
“¡Oh, pongamos siempre la segunda venida de Cristo continuamente delante de nuestros ojos! Digámonos cada mañana: El Señor volverá pronto y esto será bueno para nuestras almas”.
— J. C. Ryle
“A menos que Cristo sea Sacerdote y Rey en el trono de nuestros corazones, ese pequeño reino interior estará perpetuamente en confusión. Pero sólo dejemos que sea Cristo allí ‘el todo en todo’ y todo estará bien”.
— J. C. Ryle
“No puedo comprender una fe muda. El primer acto de la fe es hablar con Dios. La fe es para el alma lo que la vida es para el cuerpo. La oración es a la fe lo que el respirar a la vida. No se puede comprender que un hombre viva sin respirar, pero tampoco puedo comprender que alguien crea y no ore”.
— J. C. Ryle
“Si usted y su pecado son amigos, usted no se ha reconciliado con Dios”.
— J. C. Ryle
“Dejemos que la biblia, toda la biblia y nada más que la biblia sea la regla de nuestra fe y práctica”.
— J. C. Ryle
Conoce más sobre J. C. Ryle en Banner of Truth
“¿Tiene usted una sensibilidad y odio hacia el pecado? ¿Tiene usted fe en Cristo y amor a él? ¿Ama usted la santidad y anhela ser más santo? ¿Encuentra usted en sí mismo un amor creciente por el pueblo de Dios y un disgusto por el camino del mundo? Estas son las evidencias que siempre siguen a una conversión verdadera hacia Dios. ¿Cuál es su condición?”.
— J. C. Ryle
“La tribulación es la mano del Padre que nos disciplina para nuestro beneficio, por
mucho que nos cueste el creerlo”.
— J. C. Ryle
“No hagas nada que no quisieras que Dios viera, no digas nada que no quisieras que Dios escuchara”.
— J. C. Ryle
“La muerte pone fin a toda oportunidad de arrepentimiento, y es la puerta del cielo o el infierno”.
— J. C. Ryle
“Asegúrate de que tu arrepentimiento sea un arrepentimiento que incluye una renuncia total al pecado. La gente sentimental puede derramar lágrimas cuando los domingos escucha sermones llenos de emoción, y no obstante, vuelven al baile, al teatro y a la ópera durante la semana… Los sentimientos en la religión son más que inservibles, a menos que estén acompañados por la práctica. Una mera emoción sentimental, sin abandonar totalmente el pecado, no es el arrepentimiento que Dios aprueba”.
— J. C. Ryle
“La fé es a la oración lo que la pluma es a la flecha; sin la fé no dará en el blanco”.
— J. C. Ryle
“No hay alma de ser humano que haya entrado en el cielo sin haber nacido de nuevo”.
— J. C. Ryle
“La ignorancia de las Escrituras es la raíz de todo error en la religión y la fuente de toda herejía”.
— J. C. Ryle
“Un mero asentimiento intelectual al contenido del evangelio no salva. Los diablos también creen y tiemblan”.
— J. C. Ryle
“La recaída generalmente comienza con el descuido de la oración privacidad”.
— J. C. Ryle
“Si queremos ser cristianos felices hemos de dejar de poner la confianza en nuestro corazón. Hemos de aprender a no esperar nada de el sino debilidad. Cesemos de mirar a fórmulas y sentimientos en busca de consuelo. La esperanza edificada en cualquier cosa que haya dentro de nosotros, es inestable y se tambalea”.
— J. C. Ryle
“No te gloríes en la fuerza de tu fé, en lo que sientes, en lo que sabes, ni en lo mucho que te esfuerzas. Gloríate solamente en Cristo”.
— J. C. Ryle
“El amor de Cristo es un amor que sobrepasa todo conocimiento. Es gratuito e inmerecido. Su costo es el de la muerte. Es todopoderoso. No cambia. Es paciente tierno y cariñoso. Sin duda nuestros pecados son excesivos, y este amor es el que necesita nuestra alma”.
— J. C. Ryle
“El padre que trata de educar sin dar un buen ejemplo, construye con una mano y tira hacia abajo con la otra”.
— J. C. Ryle
“Dichosa es la iglesia cuyos miembros no sólo desean llegar ellos al cielo, sino además llevar a otros con ellos”.
— J. C. Ryle
“Las aflicciones bien llevadas son progreso espiritual. La paciencia que tiene una obra perfecta en la época de aflicción, más tarde o más temprano, dará una preciosa cosecha de esperanza interior”.
— J. C. Ryle
“No conozco ninguna doctrina que santifique y avive más, que la doctrina de la segunda venida. No sé de nada que pueda apartarnos más de este mundo y nos haga sinceros y gozosos como cristianos”.
— J. C. Ryle
“Decir que lamentamos nuestros pecados es mera hipocresía a menos que demostremos que realmente lo lamentamos deshaciendonos de ellos”.
— J. C. Ryle
“Echo de menos el espíritu de agradecimiento: nos quejamos, murmuramos, estamos nerviosos, nos preocupamos de las cosas que no deberían preocuparnos y olvidamos las que deberíamos recordar”.
— J. C. Ryle
“Nada me ha sorprendido tanto en mi corta experiencia propia como la ignorancia de la Escritura por parte de los creyentes, sin que esto les afecte demasiado”.
— J. C. Ryle
“Dios te ha dado excelentes y preciosas promesas, promesas que mantendrá hasta el fin, promesas de gracia para todo momento de necesidad y fuerza, según te convengan”.
— J. C. Ryle
“El hombre regenerado es santo. Se esfuerza para vivir según la voluntad de Dios, hacer lo que le agrada y evitar lo que Él aborrece. Su objetivo y deseo es amar a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza, y a su prójimo como a sí mismo”.
— J. C. Ryle